domingo, 7 de octubre de 2012

Crítica de Santiago A.

Tomando ventaja del cambio de nombre de esta sección, de Centros Culturales a Espacios Culturales, aprovechándome de las bondades del colectivo letercermondiano y haciendo eje en el vericueto donde se escapan los sentidos y se fugan hacia otro lado, pienso, sólo por hoy, no hablar de ningún centro cultural, sino de una obra de teatro, que, la verdad, me gustó mucho. No lxs pienso engañar, esto no es una descripción del Centro Cultural El Núcleo, es una simple crítica teatral.
Después de una jornada de estudio bastante Light, me fui para el teatro. Me sorprendió ver tanta gente esperando para entrar y pensé “lo que es tener un millón de amigos”. Si usted, lector/a, en este momento piensa que mi lengua es gratuitamente venenosa, tengo a mi favor haber estado influenciado por una nota publicada en Diagonales.com con la que me voy a dar el gusto de discernir.
Mi desconfianza hacia el proyecto se debía, en primera instancia, al nombre de la obra, Intersticios. Recontra copado, canchero, pero cómo dar cuenta de todo el paradigma de significación que puede disparar tamaño significante. La pregunta, incontestable para mí antes de experimentar la puesta del grupo Didascalia, ahora tiene respuesta: huyendo.
A través de la repetición de un texto, que siempre vuelve, generando así la sensación que nunca avanza, la obra hace una primera grieta en la lógica del tiempo teatral. El instante irrepetible en el que un actor o una actriz interpreta un texto en un espacio y momento dado, dinámica característica del género, se multiplica. Las escenas regresan, pero siempre distintas. Estos nuevos sentidos se construyen desde ese vericueto que cambia y transforma lo que ya habíamos escuchado. El intersticio en el que emerge lo nuevo es el punto de fuga, de huida constante. Esta huida es el modo de construcción que le da identidad a la puesta.
La nota de Diagonales es tramposa. No empieza por el comienzo, sino antes, cuando existía un grupo humano que se preguntaba qué hacer, pero no una obra. Sería una buena forma de relatar la historia de la empresa teatral, pero no refleja la fuerza de la obra que nace en ese instante en el que la pregunta “somos un grupo de teatro, ¿qué vamos a hacer?” encuentra respuesta. Según la nota, la idea inicial de la obra sería “generar un material relacionado con lo que les estaba pasando [a lxs actores y actrices]”. Si alguna vez se preguntaron eso, es difícil de verlo en la obra, por lo menos en lo que a mí respecta. Intersticios pone en escena al Teatro, reflexiona sobre el mismo en escena desde la técnica teatral.
El subrayado de Diagonales.com que pone acento en “Lo que salió”, y recuerda al dicho popular “como cayó, quedó”, es la exacta definición del opuesto de la obra, que propone el constante cambio.
Hacia el final de la nota, la autora del artículo cita a la directora diciendo “me parece que la obra Intersticios como obra fundacional del grupo los cuenta a ellos y los cuenta en ese proceso de conformar el grupo, de buscar ideas, de conocerse y de preguntarse ¿qué nos pasa ahora?”. Quizás esa reflexión la lleva al título “Cuando la ficción se mete en la realidad”. No debemos por esto pensar que nos vamos a encontrar ante una puesta realista, o en la que lxs actores y actrices se representen a sí mismxs. La actriz Analía Carlé nunca es Analía Carlé, desde que sube a escena huye sistemáticamente hacia un posible opuesto identitario en el que se llama Carlos pero enseguida fuga hacia otro lado. En Intersticios todo es teatro, ningún objeto en escena puede ni podría mantenerse en la estaticidad de lo real como estaba, porque todo siempre deviene otra cosa.
Es mi deber advertir que los sentidos que le doy a la obra exceden en gran medida a los que aquí expongo. Al actuar el teatro se vuelve necesario el diálogo con la historia y las ideas de la humanidad occidental. Este cosmos de significaciones se trasluce desde problemas y motivos netamente teatrales, de la puesta en escena.
¿Puede un par de zapatos rojos tener más protagonismo en escena que un monólogo de Shakespeare? ¿Puede tener algo que ver un par de zapatos rojos con la lógica de producción capitalista? ¿Pueden estas preguntas (y este artículo) tener algo que ver con lo que pasa cada domingo de mayo cuando se representa Intersticios?
Espero que vayan al teatro y si alguien puede aclararme alguna de estas dudas, les agradecería el favor.


http://letercermonde.com/2012/05/13/espacios-culturales-puro-teatro/

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